En páramos secos y pérfidas áreas de olvido, debate la soledad sobre el método más acertado de cercenar las esperanzas, siempre por supuesto a medio camino entre dialéctica vacía y recargada inspiración. Constantemente buscando el hueco por el que enviar la flor acertada que llegue hasta ella, la carta anónima por debajo de la puerta que haga estremecer.

Porque el tiempo se divide entre lo compartido y el tedio hasta volver a enterrar la espera entre sus brazos. Ciertamente es un crimen no guardar todos estos tesoros bajo llave y aunque vivir de recuerdos es una manera de revivir, llega un momento en el que los sentimientos se licuan y se deslizan como hiedra salvaje por ese muro impertérrito que se propuso separarnos.

No hay elixires de felicidad extrema, ni cenizas que se recompongan en lo que se ha perdido. Si el destino está entre las manos, ¿por qué tantas ansias por escapar? Ícaro ya demostró la gravedad de querer acercarse al Sol. Y es que la luz perpetua es una penitencia, porque en el fondo es preferible descubrir las imperfecciones en total oscuridad a cegarse de brillantez.

Sin más invenciones ni exquisitos despropósitos, la noche se hizo fuerte entre muebles viejos y recuerdos carcomidos, cada vez más presos tanto de la amnesia como del polvo. Revivir en paisajes desolados es por tanto un acto de misericordia que las tinieblas tienen a bien de degustar sin alardes, tan sólo sosteniendo un viejo cráneo entre las manos: Ser (por fin) o no ser, el uno para el otro.

Cerrando los ojos, escuchando el ulular del viento, estremeciéndose con la corriente que revoluciona las pesadas cortinas, la (fría) cena ya está servida para comensales de espectral naturaleza. Así es como la belleza se filtra en los huesos, con elegante penumbra y cadavérica quietud, alzando y hundiendo los brazos en la furiosa tormenta que se ha de desatar.

Finalmente la historia cuenta que trató de devolver su corazón a la vida de noche, cuando las poesías cobran más sentido, siempre de negras galas e impía voluntad. Cuando las tormentas insuflan vida a carne entumecida y mente congelada en tiempos marchitos destinados a florecer (en otoño) por fin. Ella, mis tinieblas favoritas.

2 Comments on “Trató de devolver su corazón a la vida

  1. Maravilloso relato, no sé si la fotografía de la novia de Frankestein es el resultado del relato o el inicio de este. Genial y muy bien encontrado! 😲👏👏👏

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